por Sofía Zuliani
Participante IOM2
Delegación Catamarca
[…] a nosotros, que no somos ni caballeros de la fe, ni superhéroes,
sólo nos resta, hacer trampas con la lengua, hacerle trampas a la lengua.
(Barthes, R., 1977: 97)
Este escrito pretende ubicar una intersección entre el humor y la ironía. En ese marco, me interrogo: ¿para qué nos reímos? Freud habló de la ganancia de placer; a su modo, la risa nos permite hacer de la tragedia algo más soportable. Sin embargo, desde Freud a esta parte, ha habido importantes modificaciones en lo social y, por tanto, en las subjetividades. La caída de los ideales y la pluralización del NP generan un contexto para los lazos más “líquidos”. Frente a esto, lo sólido del goce nos retorna con tintes cada vez más religiosos y moralistas, disfrazado de libertad. Dadas estas modificaciones en el Otro social, cabría preguntarnos: ¿Qué cosas nos hacen reír hoy? ¿Es posible reírnos de cualquier cosa en cualquier lugar?
A pesar de que la risa resulta involuntaria, y más allá de la liquidez y la pluralización mencionadas en lo social, resulta evidente que hay chistes que no corresponde hacer, cosas de las cuales no podemos reírnos sin consecuencias desafortunadas y efectos de segregación, como si la risa también se rigiera hoy, en parte, por principios morales.
La ganancia de placer, entonces, ha variado; el retorno de lo reprimido era vivido como placentero frente a la función de la represión. Hoy, con la falla en esa función, la repetición y el goce al orden del día, la fuente de placer se ha trastocado. Suprimir, mediante la censura, el humor como tratamiento de la crueldad, ¿podría contribuir en dejar la violencia a cielo abierto? Frente a esto, ¿qué arreglos nos son posibles?
La ironía podría orientarnos sobre algunas salidas frente a esta encrucijada. Según su definición, consiste en decir lo contrario de lo que se quiere dar a entender, empleando un tono, gesticulación o palabras que insinúan la interpretación que debe hacerse. Este tropo es complejo; algunos autores definen la ironía como contraria al humor, en tanto está ligada al sin sentido.
Desde mi punto de vista, y tomando algunos aportes del psicoanálisis, considero que puede servirnos para analizar el humor en la actualidad, en tanto observo la risa que causa la ironía, como también la posibilidad que nos da para introducir cierta faceta del humor en relación al contrasentido y al goce.
En este marco, vale diferenciar el sin-sentido del contra-sentido, en tanto este último implicaría un sentido inicial. Así, la negación o contradicción con el Otro del sentido sería, al mismo tiempo, un modo de darle entidad. Por otro lado, al ser una figura retórica que no toma un lado sin su contrario, se diferencia de los fanatismos y las posiciones más radicales del sentido y la moral, permitiéndonos pensar su cercanía con la verdad y con las formaciones del inconsciente.
Miller (2010) propone distinguir entre la posición irónica de un sujeto (que denuncia que el Otro es puro semblante) y el uso de la ironía. Destaca que la ironía no se trata sólo de una categoría retórica, una manera de decir, sino que es una categoría ética (Miller J-A., 1997) que en cierta medida anticipa la posición del analista. En tanto desdobla al Otro, lo divide, apunta al sentido a la vez a su contrario, el agujero, separando lo esotérico de lo exotérico.
La ironía implica una torsión, una cara y su reverso, una sustitución, una negación, una crítica; un ahorro, un decir, sin decirlo todo. Que podría ser motivo de descarga, de risa, de captar algo del goce del lenguaje y sus resonancias en el cuerpo. Así, la ironía nos muestra la falta en la estructura (no en el otro) es una suerte de atentado a las doxas completas, a los tutoriales y a los tips sobre cómo se debe educar, amar o ser saludable.
La ironía, entonces, puede permitirnos un lazo posible más allá de la actual caída del Otro y sus efectos. Permitir el lazo con un semejante, constituirnos en alguien que escucha lo enunciado. De este modo le concedería dignidad de mensaje a eso que se dice, en tanto hay quien recepte lo que en otro lugar es rechazado, ubicando la diferencia entre el chiste y lo cómico:
Freud nos destaca la diferencia entre la agudeza y lo cómico, en tanto lo cómico es dual, y es preciso que esté el Otro tercero para que haya agudeza. El Otro devuelve la pelota, dispone el mensaje en código como agudeza, dice esto es una agudeza. Si nadie lo hace, esto no es agudeza. (Lacan, J., 1999, p. 27).
Esta indicación nos permite situar el humor irónico en su dimensión política, en tanto si hay quien sancione ese mensaje, admitiendo que algo del Uno pase al lazo con otro, puede dar la condición de chiste a eso que hace reír a un sujeto. Y, por otro lado, puede servirnos en su dimensión clínica, en tanto constituirse como semejante, como una terceridad frente a la ironía del sujeto, hacerse partenaire-síntoma de eso que dice, abre la posibilidad para la invención de un saber singular.
Bibliografía
BARTHES, R. (1977). Fragmentos de un discurso amoroso. Siglo Veintiuno editores (trad. Eduardo Molina, 1993).
CASTILLO, J. (2021). “La enigmática naturaleza del chiste”. Revista Lacaniana de Psicoanálisis. Publicación de la EOL. Año XVI, Núm. 26, abril, 2021.
LACAN, J. (1999). El seminario de Jacques Lacan libro 5. Las formaciones del inconsciente 1957-1958 (1a. ed., 1a. reimp.). Buenos Aires: Paidós.
MILLER, J.A. (2010) El banquete de los analistas. Cap.XIII La paradoja de la garantía, p.249. Buenos Aires: Paidós, 2010.
MILLER, J.A. (1997). Nueve facetas de la comunidad analítica. Texto publicado en la Revista Más-Uno. Disponible en: http://cuatromasuno.eol.org.ar/Ediciones/002/template.asp?Cartel-y-Escuela/Nueve-facetas-de-la-comunidad-analitica.html
