Por Maria Florencia Alvarez
Directora – Mendoza
– En esa dirección –dijo el Gato haciendo una vaga señal con la pata
derecha- vive un sombrerero; y en aquélla –señalándola con la otra
pata- vive una Liebre de Marzo. Puedes visitar al que quieras: los dos
están locos.
– Pero si no quiero andar entre locos-observó Alicia.
– Me parece difícil que puedas evitarlo-dijo el Gato- aquí todo el mundo
está loco. Yo estoy loco; tú también lo estás.
– Y ¿Cómo sabes tú si yo estoy loca?-le preguntó Alicia.
– Has de estarlo a la fuerza-le contestó el Gato- de lo contrario no
habrías venido aquí.
Alicia en el país de las Maravillas, capítulo VI.
Cada nueva edición de Intersección es un testimonio vivo de la transferencia de trabajo que anuda a las Bibliotecas de Psicoanálisis de Cuyo, articuladas al Instituto Oscar Masotta (IOM 2) y a la Federación Internacional de Bibliotecas de la Orientación Lacaniana. Esta vez, destaco la función de los medios virtuales como facilitadores de este trabajo. Lo novedoso es que una “virtualidad” atravesada por lo analítico hace posible que se produzcan encuentros de trabajo con cierta regularidad, y éstos le dan existencia a nuestro lazo que en esta ocasión toma el nombre de Intersección.
En este número, consolidamos los lazos regionales del Nuevo Cuyo en todos los sentidos. En primer lugar, tuvo lugar la primera permutación dentro del Directorio (de cuyos efectos esperamos tener noticias!). Además, se sostuvo decididamente la inclusión del trabajo realizado desde las Delegaciones de Catamarca y de La Rioja, a través de los corresponsales.
También, podríamos decir en esta línea, que se extendieron nuevos lazos con el “Campo Freudiano”. Así, se incluyó la participación de un texto de Miquel Bassols, a quien le agradecemos especialmente su aporte, dado que el mismo brinda una clara enunciación sobre “el sujeto de la locura” y los diferentes virajes que éste fue tomando a lo largo del recorrido de la enseñanza de Lacan.
Intersección sigue creciendo. ¡Bienvenidos a un nuevo Banquete!
Locuras y ficciones de la normalidad
Este número nos introduce de manera decidida y rigurosa al tema de las “locuras”. “Todos estamos locos aquí”, le dice el Gato de Cheshire a Alicia… y Lacan nos dirá algo semejante. Podríamos plantearlo así: el sombrerero, el Gato, la liebre o Alicia serían diferentes nombres de la locura de cada uno.
“¿Cómo hacer para enseñar lo que no se enseña? En esto precisamente Freud se abrió camino. Él pensó que nada es más que sueño, y que todo el mundo (si es lícita semejante expresión), todo el mundo es loco, es decir, es delirante.”
Jacques Lacan(1978).
Esta frase es enunciada por Lacan (1978) ¹ en una intervención frente a cierta dificultad que hubo en aquella época en el Departamento de Psicoanálisis en la Universidad de Vincennes, y provoca, inevitablemente, un sacudón a las certezas. Como verán, parte de una reflexión sobre la enseñanza, es decir, de lo que se puede comunicar como conocimiento. Llegando incluso a justificar que se dé a todo saber estatuto de delirio.
Lacan inicia su intervención aludiendo a la existencia de los cuatro discursos y que “cada uno se cree la verdad”. Punto seguido, exceptúa al Discurso analítico, dado que éste excluye la dominación, y que como tal “no tiene nada de universal: por eso no es materia de enseñanza”. Aquí, señala la incompatibilidad con una forma de enseñanza del orden de la pedagogía. Veremos cómo, en algunos de los textos de este boletín, sus autores dan cuenta de la posición que toman en cuanto a esta paradoja en torno a la enseñanza y la transmisión del psicoanálisis.
Es Miller (2007/2008) quien se asume como responsable de proponer este “Todo el mundo es loco, es decir, delirante” como la última brújula de Lacan en su “ultimísima enseñanza”, y más aún, una orientación en nuestra práctica. Brújula que marca un viraje con la tesis inicial de la metáfora paterna, ya que la consecuencia principal es trazar un “clivaje impermeable entre neurosis y psicosis” (Miller 2015, p. 310). Para decirlo de modo sencillo, la “locura” ya no será desde esta perspectiva definida como lo contrario a la razón o a la salud mental, sino que se la considera como parte de la llamada condición humana. Erasmo, en su Elogio a la Locura (1511) fue uno de los primeros pensadores
en plantear esta idea.
Para ser rigurosos, Lacan ubica el origen de esta idea en el mismísimo Freud. Miller nos señala que es por la vía del sueño que su creador entra al psicoanálisis. Y que luego, es Lacan quien descifró la generalización del sueño, es decir, dijo que siempre se sueña, y que sólo nos despertamos para seguir soñando.
… “todo el mundo”… sitúa el punto en el que para cada uno la pulsión siempre encuentra un modo propio de satisfacción, y desde ahí, el real implicado en dicha satisfacción singular constituye el núcleo duro de todo síntoma. Desde este punto, se erradicaría toda noción de normalidad, o para ser más precisos, ubicaría a “todas” las normalidades en el estatuto de una ficción.
Toda la enseñanza de Lacan, nos coloca en la línea de borrar tanto los aspectos normativos como las potencialidades segregativas.
Si la locura es entonces generalizable, si todos advenimos como inmigrantes en el país de las palabras, será importante distinguir esa locura estructurante de otros tipos de locuras, como las psicosis. Entonces, ¿qué puede considerarse como signos discretos de estas últimaslocuras en la clínica? ¿Qué usos pueden pensarse desde el psicoanálisis en cuanto a los dispositivos clínicos?
Deberemos tener en perspectiva que como límite de cualquier cura se encuentra algo de lo llamado “incurable”. Todo el mundo hace una elucubración de saber sobre su modo de gozar. Lo que permite señalar que no hay posibilidad de estándar en el final del tratamiento, y que se trata más bien, de cierta locura en la solución original que cada parlêtre obtiene. Solución irónica en tanto denuncia el fracaso de la metáfora paterna, quedando por fuera del registro de lo consistente, al tiempo que borra el aspecto normativo y segregativo. Podría elevarse entonces la fórmula «todo el mundo es loco» a la categoría de principio y así, como dice Miller, permitir plantear la radical inadecuación de lo real y lo mental.
Entonces, a medida que vayan adentrándose en la lectura, podrán ir recorriendo las dimensiones: clínica, ética, y política, en relación al tema que nos convoca. Todo ello, también abordado desde la conversación con “otros” representantes de Otros discursos (como la literatura, el teatro, la música y la fotografía, medicina, psiquiatría, filosofía, pintura).
Para ir concluyendo, una mención especial a la cuestión de la política. Desde el psicoanálisis, se plantea, entonces,una política específica, la del síntoma, una política singular que no es “para todos igual”. En esta línea, encontrarán textos que nos invitarán a pensar sobre distintos usos de dispositivos institucionales orientados por la brújula del psicoanálisis. Mostrando un contrapunto con las llamadas “políticas delirantes” ² o “de la felicidad” (Miller 2015, p. 268), orientadas en nombre del Ideal o “Bien común”, en tanto que excluyen la dimensión del sujeto como la del goce.
Acercarse un poco a la propia locura, como hace Alicia cuando se adentra por el pozo de la madriguera, a través de la experiencia de un psicoanálisis, no resuelve la cuestión. Pero quizás, al menos, da la oportunidad de hacer lazo de otra manera, con esa pequeña locura de al lado, sabiendo que quienes nos rodean también contienen una, la suya.
¹ Lacan, J. (1978). “¡Lacan por Vincennes!”, en Revista LacanianaN°11, Grama Ediciones, Buenos Aires, 2011, p 7.
² 1 Lacan, J. (1978). “¡Lacan por Vincennes!”, en Revista LacanianaN°11, Grama Ediciones, Buenos Aires, 2011, p 7.
BIBLIOGRAFÍA
Lacan, J. (1978). “¡Lacan por Vincennes!” En Revista Lacaniana N° 11, Grama Ediciones, Buenos Aires, 2011.
Miller, J. (2007/2008). “Todo el mundo es loco” Paidós, Buenos Aires, 2015.
Quijano, María. “Lo que pasa… en el siglo XXI. Control, vigilancia y evaluación: una mirada psicoanalítica”. En Colofón N° 32. Diagonal 333. Barcelona, 2012.