Alberto Palasí
Dramaturgo
Director de THOMAS
Docente de la Universidad de San Luis
Thomas: “¿Qué hacemos con nuestros impulsos de violencia y a la par con nuestra vulnerabilidad? ¿Cómo se puede vivir sin la fuerza suficiente para enfrentar al mundo? ¿Cómo administramos el poder del sexo en nuestras vidas? ¿Cómo podemos desear sin ponernos en peligro?”
Los cuestionamientos de este personaje, que lleva el nombre de pila de Tennessee Williams, son la base de lo que es un sueño puesto en escena, una secuencia de imágenes oníricas en la que las personas de la vida real de este autor se funden con los personajes de su obra dramática, principalmente de Un tranvía llamado deseo, El Zoo de Cristal y De repente el último verano. Dos fuerzas en oposición conmocionan con violencia las mentes y los cuerpos de ellos, la normalización en cuanto a formas de vida y producción, y sus propios deseos.
La decadencia del viejo Sur de Estados Unidos, luego de la Guerra de Secesión, ocurrida desde 1861 hasta 1865, se produce por las nuevas ideas mercantilistas y las de la religión protestante con que arrasa el Norte y que promueve una violencia normalizadora, donde el “qué dirán” va a modelar los deseos de los sujetos hacia la modificación de conductas consideradas desviadas. La crítica de Williams desde sus obras está relacionada con personajes que no alcanzan a adaptarse a los cambios, junto a otros personajes que sufren por no poder mostrar ni a la sociedad ni a sí mismos sus verdaderos deseos. La búsqueda de la identidad sexual juega un papel preponderante como fuerza pasional destinada a emerger a presión en esta lucha por mostrar la opresión normalizadora de una sociedad en decadencia frente a una sociedad industrial que aflora como única posibilidad de surgir en todos los estados del país del Norte. Esta tendencia normalizadora, en la que podría decirse que el sujeto está entre dos fuegos, la moral del viejo Sur y la moral del nuevo Sur, ambas aplastando su posibilidad de
mostrarse con sus necesidades y goces individuales, afecta no sólo el psiquismo, sino también al propio cuerpo: los avances científicos, en cuanto a la constitución del sistema nervioso central y las experimentaciones en este sentido, llevaron a la popularización de una práctica médica que prometía modificaciones de la conducta, necesarias para adaptar a los inadaptados: la lobotomía. Esta práctica afectó a Williams a partir de que su hermana, muy allegada a él, fuera diagnosticada de esquizofrenia y se le realizara una intervención en ese sentido, sin consultarle.
Este hecho y lo que sucedía a nivel social traen consecuencias en las relaciones familiares y de amistad de Williams que lo plasma en sus obras a partir de diálogos en los que muestra la confusión de este mundo venido abajo, exponiendo pasiones desencontradas y poniendo al descubierto almas perdidas entre el goce y el deber ser.
Thomas es una dramaturgia y puesta en escena colectiva que tiene como objetivo plasmar el sufrimiento del autor a partir de las fuerzas opuestas que sufren su mente y su cuerpo, entrampados entre los mandamientos sociales y sus propios deseos. Los personajes de su sueño, que siempre tienen algo de él y de su vida personal, se mueven entre el realismo y el delirio y descubren una sociedad que, dadas determinadas circunstancias creadas, acordadas por un grupo de personas, establece una normalidad que suscita su reordenamiento y decreta cómo debe ser y comportarse el sujeto y, que sea como fuere este proceso, siempre es una situación de violencia subjetiva y física.