MAREO SUBJETIVO CRÓNICO (MPPP: Mareo Perceptual Postural Persistente)

por Emiliano De Schutter
Neurólogo Clínico
Jefe del Servicio de Otoneurología en Neuromed Argentina
Coordinador de la Unidad de Vértigo en el Hospital del Carmen
Titular de la Cátedra de Trastornos Vestibulares de Fonoaudiología UDA
Mendoza

Mi paciente entró a la consulta y dijo: “hace más de 10 años que estoy mareada. Ya no puedo hacer nada… no soy la misma persona que solía ser… y todos los médicos me dicen que no tengo nada…”

Cerca de 1 de cada 3 personas consultará por mareos en algún momento de su vida. El mareo subjetivo crónico es la segunda causa de mareos en los adultos en el mundo y genera un fuerte impacto en la calidad de vida de la población que lo padece y su entorno. Se caracteriza por la combinación de mareos y trastorno subjetivo del equilibrio. La denominación “subjetivo” hace referencia a que, en general, los estudios médicos no arrojan datos sugestivos de patología. Esto último, de la mano del desconocimiento de esta entidad por parte de los actores del sistema de salud, llevan a la demora en el diagnóstico, a veces por muchos años, y al consecuente agravamiento del padecimiento. Usualmente, el paciente peregrina entre el clínico, el neurólogo, el otorrinolaringólogo, el psicólogo y el psiquiatra, sin lograr un diagnóstico correcto, debido al análisis parcial del relato, remedando el paradigma de los hombres ciegos y el elefante. Es regla general que, tanto el paciente como los profesionales consultados, se abocan a diagnosticar un padecimiento orgánico y no se consideran las variables psicodinámicas o eventualmente, como un comodín médico, el trastorno es atribuido al “stress”. La falta de un diagnóstico oportuno conlleva un inadecuado tratamiento y por ende a perpetuar los síntomas.

En mi experiencia, la entrevista con el paciente es clave, ya que en la inmensa mayoría de los casos este diagnóstico surge de la palabra y no de los exámenes y estudios realizados. Estos últimos deben ser utilizados para ratificar el diagnóstico sospechado y no en el sentido inverso, para sugerir un diagnóstico. De otra forma los exámenes complementarios pueden generar confusión cuando son analizados fuera del contexto clínico. “El que no sabe lo que busca no entiende lo que encuentra”…

El paciente típico que desarrolla mareo subjetivo crónico tiene una personalidad premórbida de tipo aprehensiva y/o rasgos fóbicos. En éstos, un evento desencadenante de alto impacto psíquico como un evento psicotraumático o una enfermedad (especialmente un episodio de vértigo) gatillan la aparición de estos mareos en forma persistente. Esta vinculación en general es negada por el paciente, por lo que, si uno no la busca exhaustivamente en la entrevista, este dato no es aportado espontáneamente.

El relato de los afectados suele abarcar síntomas como: Mareos y sensación de oscilación del cuerpo al estar erguidos y/o caminando. Inestabilidad fluctuante, a menudo en forma de ataques. Éstos pueden aparecer espontáneamente, así como asociados con determinados estímulos (multitudes, puentes, escaleras, cuartos vacíos, calles, conducir un coche, pasos a desnivel, autopistas, altura, al ducharse, etc.) o situaciones sociales (negocios, restaurantes, cine, conciertos, reuniones, etc.). La ansiedad y los síntomas de angustia y miedo son muy frecuentes (+del 50%) aunque no siempre acompañan a los episodios.

Como en otros trastornos del espectro fóbico, hay una gran tendencia al condicionamiento, generalización y evitación de escenarios desencadenantes que pueden llevar al paciente a reducir el alcance de su vida social, familiar y laboral con el lógico impacto que esto implica en calidad de vida del mismo.

El pronóstico es en general bueno cuando se instala un buen abordaje terapéutico, el cual debe ser interdisciplinario y comprometer la participación al menos de neurólogos, psicoterapeutas y kinesiólogos.

En estos pacientes, el tratamiento mínimo debería contemplar: Rehabilitación vestibular,
psicoterapia y eventualmente un fármaco, del grupo de los antidepresivos.

En mi experiencia, una buena entrevista, seguida de un abordaje en equipo, favorecen la
adherencia al plan de tratamiento y logran óptimos resultados en la mayoría de los pacientes, en tiempos relativamente cortos.

Probablemente este trastorno tienda a aumentar su incidencia durante las próximas décadas, de la mano del aumento de la psicopatología, por lo que debemos informarnos acerca de él y realizar derivación oportuna cuando sea necesario.

En definitiva, es imprescindible destacar el rol de la palabra que es la piedra fundamental, tanto en el diagnóstico como en el tratamiento.

“Gracias doctor, he vuelto a ser yo…”

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