por Jorge R. Rodríguez
CID San Luis
Sin un estudio clínico de la civilización,
se dan pocas posibilidades de que una clínica del sujeto tenga lugar. ¹
La imagen de sujetos no sometidos a la castración, con un exceso de goce habitándolos, es una figura demasiado frecuente en nuestra época, y con la cual tienden a ser representadas las nuevas generaciones, a esos seres que modernamente aún llamamos niños y adolescentes.
Sabemos que los dispositivos pedagógicos -o lo que también se ha dado en llamar la maquinaria escolar- han sido, junto a la familia y los Estados Nacionales, piezas claves en la producción de la niñez y la adolescencia.
Dice Miller, en un texto titulado “El niño y el saber”, que […] un niño es el nombre que damos al sujeto, siempre que se lo compromete a la enseñanza bajo la forma de la educación. El niño es el sujeto “a educar”, es el sujeto entregado al discurso del Amo por el sesgo del saber […] ² y agrega que: […] la cuestión es saber, en relación al niño, con qué significantes amos quedará marcado cuando los poderes se disputan entre sí […] ³
En “El triunfo de la religión”, J. Lacan expresaba que para educar candidatos no faltan, ni tampoco […] gente que recibe el sello, que está autorizada para educar. Esto no quiere decir que tengan la más mínima idea de lo que significa educar […] 4 . Dirá allí que el signo de que hay algo capaz de inquietarlos es que suelen ser víctimas de la angustia. Son presa de ella cuando […] piensan lo que significa educar. 5
¿Qué significa educar en nuestra época del empuje al goce, del “just do it”, del “imposible is nothing”? ¿Por qué razones se podría angustiar un educador hoy? Si las cuestiones relativas a la producción de marcas identificatorias que se pone en juego en el acto educativo se vinculan cada vez más con el consumo y cada vez menos con las agencias socializadoras tradicionales (Estado, familia, escuela), ¿cuáles son las marcas que los marcan?
P. Merieu, entrevistado por J.A. Miller, recordaba que […] la modernidad desarrolla con una fuerza y una habilidad inaudita las industrias de la pulsión. Bernard Stiegler habla de una nueva era del capitalismo: “el capitalismo pulsional”. El ambiente entero conspira para susurrar el olvido del niño: “Sus pulsiones tienen órdenes”. Nuestra economía funciona en base al pasaje al acto, tal y como lo hacen nuestros motores de explosión. Lo infantil está en todas partes, es la regresión sistematizada; y el sujeto es instrumentalizado por la maquinaria mediático-comercial. Lacan, él mismo, me parece que había anunciado eso cuando hablaba de “el siglo del niño” […]. 6
Daniel Pennac escribe de forma novelada sobre este tópico. Pennac ubica a sus personajes donde mejor parece salirle: un aula. El viejo profesor Crastaing, en su ordalía cotidiana de lidiar con chiquillos y sus tareas, se topa con un dibujo que pasa entre manos de los tres granujas de ocasión: Igor, Nourdine y Joseph. En el papel, una multitud enfurecida avanza en su marcha enarbolando una pancarta que reza: “Crastaing, cabrón, iras al paredón”.
La situación impone su castigo. Al día siguiente deberán entregar una redacción cuyo tema no depara menores sorpresas: […] despierta usted cierta mañana y comprueba que, por la noche, se ha transformado en adulto. Enloquecido, corre a la habitación de sus padres. Se han transformado en niños. Cuenten la continuación. 7
Ricardo Piglia, en “El último lector” (2010), decía que […] lo que podemos imaginar siempre existe, en otra escala, en otro tiempo, nítido y lejano, igual que en un sueño. Que la novela no hace más que re trabajar la siempre compleja y densa relación entre ficción y realidad, y que […] algunos han hecho de la creencia en la ficción la clave del funcionamiento de lo real. Como si en la lectura, no solo uno desentrañara las claves del libro, sino que aprendiera con ellas a leer el mundo que lo rodea.
En tiempos de desamparo generalizado, o para ser más preciso en el diagnóstico: en la época del “niño generalizado” (Lacan dixit), con una escasez dramáticamente registrable de adultos que oficien de tales para que eso que se llamó hasta no hace mucho “niñez” y “adolescencia” tenga alguna presencia en este mundo, “Señores niños” revela en clave ficcional la tarea encomendada a muchos críos hoy: que se vuelvan rápidamente adultos, porque los adultos que deberían garantizar su infancia han decidido seguir siendo niños…
El empuje al goce infantiliza, y ello en los dispositivos pedagógicos se acompaña de una sólida maquinaria seudocientífica que desresponzabiliza a los adultos y carga las tintas en las nuevas generaciones, calificadas de “ineducables”, y por ello abandonadas a su suerte. Niños y adolescentes sin provenir. Ellos se encargan perfectamente de hacer llegar al emisor el mensaje que se les ha destinado.
¹ AFLALO, A. (2011). El intento de asesinato del psicoanálisis. Bs As. Grama. 2011.
² MILLER, J.A. y otros (2017). Los miedos de los niños. Bs. As. Paidós. Pág. 20.
³ Íbidem. Pág. 22.
4 LACAN, J. (2005). El triunfo de la religión. Bs. As. Paidós. Pág. 70.
5 Íbidem.
6 MERIEU, P. (2008). Entrevista hecha por J.A. Miller. (versión digital). Fecha de consulta: 07/12/17. Disponible en: http://blog.elp.org.es/422/nos_amedrentamos_delante_de_esos_jovenes/
7 PENNAC, D. (Mondadori, 2012). En Revista La Tia N°10 (versión digital). Citado por Rodríguez, J.(2012). Examen de adultos. Sobre “Señores niños” de Daniel Pennac.
Bibliografía
Merieu, P. (2008). Nos amedrentamos delante de esos jóvenes que se colocan en peligro con comportamientos que nosotros mismos engendramos.
Entrevista hecha por J.A. Miller. (Versión digital). Fecha de consulta: 07/12/17. Disponible en: http://blog.elp.org.es/422/nos_amedrentamos_delante_de_esos_jovenes/
Miller, J.A. y otros (2017). Los miedos de los niños. Bs. As. Paidós.
Lacan, Jacques (2005). El triunfo de la religión. Bs. As. Paidós.
Piglia, Ricardo (2010). El último lector. Bs. As. Anagrama.
Rodríguez, Jorge (2012). Examen de adultos. Sobre “Señores niños” de Daniel Pennac (Mondadori, 2012). Revista La Tia N°10 (versión digital). Fecha de consulta: 05/12/17.