por Patricio Álvarez Bayón
AME EOL-AMP
Buenos Aires
Lacan dio una única definición para el autismo: que en este algo se congela, se detiene, en relación al lenguaje.
Esta definición ya la hacía en su Seminario 1, pero la mantuvo incluso 20 años después, agregando en su última enseñanza lo que permite entenderla: el concepto de lalengua.
En su Seminario 20 introdujo este término, a partir de diferenciar los conceptos del lenguaje y de lalengua como opuestos: en lo simbólico, el lenguaje como sistema de significantes -por el cual se define al inconsciente estructurado como un lenguaje-, está precedido por un tiempo lógico anterior, que es el de lalengua. Lalengua no es un sistema como el lenguaje, sino que es definida por Lacan como una integral de equívocos compuesta por palabras sin sentido –los S1- que marcan el cuerpo produciendo acontecimiento. En lalengua los S1 no tienen relación con el S2, no forman un sistema ordenado, sino lo que Lacan llama un enjambre de S1.
De este modo, en ese Seminario, Lacan introduce dos tiempos lógicos: primero, el tiempo lógico de lalengua; luego, el tiempo del lenguaje. Es necesario un pasaje de uno al otro.
Así podemos entender entonces a qué se refiere cuando dice que en el autismo hay una detención: el pasaje de lalengua al lenguaje no se produce estructuralmente y, por ello, algo del lenguaje queda detenido.
Esto, por supuesto, no quiere decir que los autistas no puedan hablar. Quiere decir que el autista no necesariamente habita el campo del lenguaje. Puede habitarlo, o no, según ciertas operaciones que pueda hacer con el lenguaje.
Podemos situar las consecuencias clínicas del concepto de lalengua, a partir de una hipótesis: el autismo manifiesta lalengua a cielo abierto.
Expliquemos este punto: si ponemos especial acento en el concepto de lalengua, es porque toda la clínica del autismo se presenta bajo esta característica: la presencia de un simbólico sin sistema y, también, de un simbólico sin significación. Por ello, podemos decir que esta se presenta a cielo abierto.
Ahora bien, ¿qué queda de lo simbólico si le quitamos los rasgos que lo caracterizan, el sistema y la significación?
Miller da una respuesta muy útil. Lo que queda presente es la resonancia sonora. La resonancia es la manifestación clínica de lalengua, tal como lo plantea: Lalengua no está hecha ante todo para decir, sino para gozar. Lalengua […] es nuestro ronroneo. Por cierto, existe el lenguaje y este tiene una estructura. Pero la estructura del lenguaje es segunda respecto del ronroneo. El significante no es más que una construcción lingüística que supone la anulación, el vaciamiento de la sustancia sonora, aquella en la cual se producen asonancias y onomatopeyas, todas las homofonías con las que Lacan juega en numerosas ocasiones.1
La clínica del autismo se ilumina con este párrafo donde Miller apunta en lalengua a su sustancia sonora –sustancia en la que producen homofonías, asonancias y onomatopeyas, comparándola con el goce sonoro del ronroneo.
Así, observamos que lalengua tiene en el autismo su mayor presencia clínica en la medida en que no está articulada en significantes, sino que muestra en estado puro su presencia sonora en las siguientes formas:
- el laleo
- los ritmos verbales sin significación
- las jaculaciones
- la ecolalia
- la ecofrasia: repetición de palabras o frases sueltas
- la imitación de tonos, canciones o melodías
- el murmullo de palabras o frases ininteligibles
- las onomatopeyas
- la repetición de ecos o ruidos.
Esta lista, que no es exhaustiva pero que muestra algunas formas clínicas de la resonancia de lalengua, abre a toda una posibilidad de trabajo con el autismo que solo es posible a partir de lo que Lacan señala en su última enseñanza y que Miller acentúa.
En relación a esta clínica, surge la pregunta por la operación analítica: ¿cómo puede el análisis intervenir sobre la clínica de lalengua?
Para ello, nos orienta lo que Miller llama forzamiento del Uno: ¿Cómo es posible ese forzamiento que es el psicoanálisis, ese forzamiento del goce del Uno?2.
Si es posible forzar el goce del Uno en el autismo, eso solo sería posible en la medida en que nos centremos en un trabajo clínico en relación a lalengua, y no en relación al lenguaje.
Podemos introducir algunas de esas intervenciones: producir un ritmo en la continuidad de los ruidos que el sujeto hace, acompañarlo en un circuito, lograr un silencio, ayudarlo a fijar su atención en algo nuevo, son solo algunas de las operaciones analíticas posibles en relación a lalengua que podrían hacerse, a partir de entender que no se trata de un sistema de significantes ni de significaciones, sino de un material sonoro.
La dirección del tratamiento del autismo debe incluirlo como su material, sin intentar forzar el pasaje al campo del lenguaje. En el laleo no hay sentido, tampoco en la ecolalia, ni en la repetición en eco de palabras sueltas, o de frases, ni aún en la letra entera de una canción, o de un párrafo entero, o de algo que dice la televisión. A veces, en esas manifestaciones clínicas, cree poder escucharse un significante u otro, y también es frecuente suponer que hay una significación. Pero esto es infructuoso si el pasaje hacia el lenguaje no está realizado. Incluso, cuando para el que lo escucha haya un sentido, lo central es focalizarse en la presencia del S1 solo, que no hace cadena, y operar analíticamente con él. Ni en el significante ni en la significación se encontrará el modo de tramitar el goce de lalengua propio del autismo.
¹ MILLER, J.-A., El lugar y el lazo, Bs. As. Ed. Paidós, 2013, p. 287.
2 Ibid, p. 388.