por Raquel Bertona
CID San Juan
Según Z. Bauman la modernidad implica… “un generalizado proceso de licuación de las viejas formas de convivencia, lo que se manifiesta como una movilidad de los ideales, como en las transformaciones tecnológicas cada vez más aceleradas, como una volatilización de los límites, de las fronteras, lo que es un modo de designar la emergencia y los efectos de lo que llamamos la globalización, palabra que designa más que nada un fenómeno de comunicación, que tiende a la unificación de la información, y que quizá se nos presenta primero, por su fase, su aspecto de desestructuración”. (Z. Bauman, La modernidad líquida).
Para Bauman la modernidad sólida ha llegado a su fin, la metáfora de la liquidez es la que caracteriza la fase actual de la modernidad. Los sólidos que se están derritiendo en este momento son los vínculos entre las elecciones individuales y las acciones colectivas. Es el momento de la desregulación, de la flexibilización, de la liberalización de todos los mercados. No hay pautas estables ni determinadas. Y cuando lo público ya no existe como sólido, el peso de la construcción de pautas y la responsabilidad del fracaso caen total y fatalmente sobre el individuo.
El psicoanálisis no está exento de los cambios de época. Dice Eric Laurent en relación a las clasificaciones…. “Los casos princeps de Freud, eran casos muy sólidos: Dora, el hombre de las ratas y Juanito, luego de 1909, las cosas se empiezan a complicar, 1918 el caso muy bizarro del “hombre de los lobos”. El caso no se ordena bien y hay mezcla de neurosis obsesiva y dos episodios delirantes adultos…La clínica empieza a desbordar. Freud no puede dar a sus alumnos una brújula con la misma seguridad. La obra de Lacan parte de la crisis de esta extensión…” (E. Laurent, Psicoanálisis y Salud Mental).
J.-A. Miller dice “Porque también hay una desestructuración del psicoanálisis, de un psicoanálisis que había encontrado con Lacan el recurso del estructuralismo y del que podemos decir, si confiamos en la imagen, que tiende a volverse un psicoanálisis líquido, en todo caso es el hilo que se me ocurrió seguir: cómo el psicoanálisis se volvió líquido y cómo lo practicamos hoy bajo una forma que ya no es, dicho muy simplemente, el psicoanálisis sólido de la época de la estructura. Por eso los recursos que encontramos en la historia del psicoanálisis, en los casos princeps de Freud, en sus construcciones teóricas, en las épocas de las enseñanzas de Lacan, están de algún modo hoy teñidos de cierta nostalgia. Lo
relaciono con el estado líquido del psicoanálisis actual.” (J.-A. Miller, Todo el mundo es loco, p. 208)
“…La expresión “más allá del Edipo” figura expresamente en el texto de Lacan cuando dice que para encontrar su camino en la sexualidad femenina hay que ir más allá del Edipo, está escrito tal cual en “El Atolondradicho”” “Y luego pasó el mismo tipo de movimiento cuando dimos más flexibilidad a la oposición neurosis/psicosis, al indicar que desde cierto punto de vista esta diferencia se atenuaba»… (J.-A. Miller, Todo el mundo es loco, pág. 310).
[….]»Lacan acentúa en 1946 en «Acerca de la causalidad psíquica» [….] diferenciar cuidadosamente las demencias y las locuras[….] Lacan dice que el demente está desagregado, debilitado, desintegrado y que no es objeto del psiquiatra, mientras que la locura, en 1946 en todo caso se expresa así, tiene que ver con una creencia delirante, muy distinta del error, [….] es un invariante antropológico ¹ . [….] Lacan se burlaba del lógico [….] cuando este creía poder separar de manera impermeable [….] neurosis y psicosis-, el saber y la creencia. [….] Lacan contestaba: «No nació quien logrará distinguir el saber y la creencia»… (J.-A. Miller, Todo el mundo es loco, pág. 312).
Lo que propone Miller en el Curso Psicoanalítico Todo el mundo es loco es que el saber mismo podría en tanto tal ser sólo un delirio. Dice así, retomando la expresión de Lacan «Lo que hace de S2 el significante del saber es el significante que da sentido a un signo previo fuera de sentido. Justifica, si se quiere, que se le dé a todo saber un estatuto de delirio» [….] (J.-A. Miller, Todo el mundo es loco, pág. 311).
“Tenemos por lo menos esa creencia en común, en comunidad si así puedo decir, con el loco. Y el eco de esa doctrina está en la frase de Lacan: «No creer en el Nombre del Padre a condición de servirse de él». Es una frase que inhabilita para el lacanismo la posibilidad de creer ciegamente en las virtudes de la metáfora paterna» [….] (J.-A Miller, Todo el mundo es loco, pág.312).
Es que la metáfora paterna está arraigada en un hecho de creencia, atada a una tradición que circuló en los países católicos y vemos como la evolución de la civilización tiende a sacudir esa supremacía (Licuación de las antiguas formas de convivencia de Z Bauman)… Así comenta Miller se asiste en Francia, y evidentemente efecto de la globalización no solo allí, un deslizamiento hacia el escepticismo y el cinismo como creencia en el plus de gozar.
Esta lógica impregna la pregunta sobre el síntoma en la clínica psicoanalítica hoy, un síntoma que se presenta en un contexto de liquidez, de caída de los grandes ideales, donde los sujetos están desorientados, sin brújula. Es una clínica hecha de trauma y su correlato, la angustia. Es una clínica de la urgencia donde hay que apuntar a producir a un sujeto con su síntoma, ya que se presenta en un contexto de angustia generalizada, ansiedad generalizada, nombres universales que no alojan la singularidad del sujeto.
Aquí el Psicoanálisis no debe abandonar su posición ética, orientada por la política del síntoma. En la época donde las clasificaciones reúnen a los sujetos bajo la nominación de trastornos, nombres universalizantes con el objetivo de la medicalización, el psicoanalista no debe olvidar que el síntoma no es un trastorno a eliminar a cualquier precio sino un modo de responder a lo más real de su vida.
Para finalizar, el Psicoanálisis que practicamos hoy, se presenta en un contexto de liquidez de inconsistencia del Otro. Se trata siempre del Inconsciente, lo cual implica no inscribir los sujetos traumatizados en las grandes categorías, sino aislar el detalle, la singularidad, instaurando la dimensión del síntoma como brújula que orienta para ubicar el goce que encierra.
Todos los términos del discurso psicoanalítico (el fantasma, el sueño, el delirio, la locura y el síntoma) confluyen en la idea de cada uno en su mundo, y en la imposibilidad de un mundo común. Todo el mundo está en su mundo, es decir en aquello que su síntoma fomenta, con esto nos las arreglamos como podemos para entendernos e intentamos caminar juntos…. dice Miller: La propia locura está puesta en escena para elogiarse a sí misma y decir TODO EL MUNDO ES LOCO.
¹ Allí Miller está utilizando una argumentación de un colega de Quebec
BIBLIOGRAFÍA
MILLER, J-A. Todo el mundo es loco, Ed. Paidós.
LAURENT, E. Psicoanálisis y salud mental, Ed. tres haches.
SOTELO, I. Clínica de la urgencia, Jce ediciones.
BAUMAN, Z. Tiempos líquidos, Ed. Tusquets.