por Lucas Simó
ACEP – CID Mendoza
Responsable del Seminario de la BOLM
“CONVERSEANDO EN EL SUBSUELO”
“La indiferencia es tratada como la forma más adecuada a una civilización que salvo las sardinas en lata, ya no concibe nada de larga duración”.
Michel Houellebecq
En el marco de la Biblioteca de la Orientación Lacaniana de Mendoza, el seminario “Converseando en el subsuelo” se orienta con la intención de cernir cuestiones de la época, articuladas con referencias literarias de extraordinaria vigencia y enlazadas con el psicoanálisis, bajo el propósito de dilucidar, conversar y pensar sobre aquello que insistimos en llamar actual. En esta ocasión, la escritura de Camus y su novela “El extranjero”, permitió interrogarnos sobre aquello que podemos llamar como marca de la época: la indiferencia.
Esta novela abriga una metáfora que vuelve sobre nuestros tiempos y que remite necesariamente a la condición humana. Publicada en 1942, en un contexto de guerras mundiales, esta obra dialoga con el mito de Sísifo -ensayo filosófico escrito el mismo año por Albert Camus- donde desarrolla la cuestión del suicidio y el valor de la vida, presentando el mito de Sísifo como metáfora del esfuerzo inútil e incesante del hombre. Ligada a una tendencia fundamental, remite al absurdo, por cierto, absurdo que es también kafkiano. Incluso el personaje de Meursault le debe mucho a Josef K. El extranjero puede leerse como un homenaje a la novela “El proceso” de Franz Kafka, inacabada y publicada de manera póstuma en 1925 por Max Brod, basándose en el manuscrito inconcluso del mismo. En el relato, Josef K. es arrestado una mañana por una razón que desconoce. Desde este momento, el protagonista se adentra en una pesadilla para defenderse de algo que nunca se sabe qué es y con argumentos aún menos concretos, tan solo para encontrar, una y otra vez, que las más altas instancias a las que pretende apelar no son sino las más humildes y limitadas, creándose así un clima de inaccesibilidad a la “justicia” y a la “ley”, donde la indiferencia del sistema se impone sobre su incertidumbre de manera espeluznante.
“Hoy, mamá ha muerto”. ¹ Este enunciado es expresado en primera persona por el protagonista, inaugurando el libro y un trasfondo inquietante que se mantiene hasta el final, donde en el último párrafo se lee lo siguiente; “para que me sienta menos solo, no me queda más que desear en el día de mi ejecución la presencia de muchos espectadores que me acojan con gritos de odio” ² . De principio a fin la cuestión de la muerte y del absurdo quedan enteramente ligadas. El extranjero es un epíteto, refiere a un equívoco que se formula en términos de pregunta ¿quién lo es? Meursault, protagonista de la novela, es un nombre importante para la literatura como así también para el psicoanálisis, dado que, en él, se revelan coordenadas sobre lo estructural del sujeto. En la sonoridad del nombre de Meursault, están inscriptas dos palabras, bajo una “palabra valija” como suele decirse, que empaca significados, invención de un tal Lewis Carroll. Meursault condensa entonces; por un lado, muerte y por otro, costumbre. La muerte por la costumbre, podríamos esforzarnos para leer, y con ello lo que va desde el prejuicio y la atribución, una posible clave de lectura. Se interpreta de manera ligera un empuje a la simpleza por parte del protagonista con un extremo grado de insensibilidad como posible artilugio a los fines de negar aquello que deriva necesariamente en malestar. Luego de la muerte de su madre, Meursault, en una extraña circunstancia, asesinó a un extranjero y, aunque fue condenado a muerte por ello, la justicia no dejó de considerar una supuesta disposición imperturbable ante la pérdida de su madre. La indiferencia de la ley ante sus declaraciones empeñada únicamente en condenarlo y la insistencia de la religión soportada bajo la figura del capellán apelando a la confesión y rechazando su silencio, abrieron como una herida la temporada en el infierno en Meursault, con un desenlace anunciado en manos de la fatalidad. Considerado indolente y provocador por un Otro que encarnaba un ideal normativo con una ferocidad moral y desconociendo que el mismo hecho objetivo puede recibir diferentes sentidos según los sujetos, tal como afirmaba Lacan, “hay sentido, pero no hay sentido común” ³ , Meursault, quedó vaciado de esperanza y de tal modo entregado a la indiferencia del mundo.
Esto nos orienta sobre una época en que los discursos proliferan, pretendiendo legislar el goce de los cuerpos, absolutamente indiferentes a las singularidades y propiciando el desamparo. Podemos decir que el mundo es un lugar extranjero, donde hablar es traducir el mundo en palabras, aun cuando hay algo de lo intraducible, que llamamos real. Las enunciaciones de Meursault se volvieron extrañas, repudiables y por último indiferentes. Esto permite ubicar la orientación y la posibilidad del psicoanálisis en la actualidad, práctica que permite abordar la singularidad y el enigma de una existencia sin ser indiferente a lo más propio del otro, sin imponerle una nominación como a Meursault bajo la fórmula unívoca del “tú eres esto”.
¹ Camus, Albert. (2015). El Extranjero, Madrid, Alianza, p. 7.
² Íbd., p. 138.
³ J, Lacan. (2012). Hablo a las paredes, Buenos Aires, Paidós, p. 101.