IX ENAPOL

por Cecilia Gómez
Delegación La Rioja

Los días 13, 14 y 15 de septiembre los psicoanalistas nos reunimos en la ciudad de Sao Paulo a celebrar el IX ENAPOL bajo el título “Odio, cólera, indignación. Desafíos para el psicoanálisis”. Si a simple vista el tema del Encuentro Americano sorprende por su actualidad, en esta breve reseña intentaré atrapar lo que a mi criterio fue el espíritu de este ENAPOL. La política del psicoanálisis fue desplegada a lo largo de los tres días de trabajo. Ya en la apertura, con la presencia de Eve Miller Rose y la contundencia de sus palabras, con las que nos proponía que si erradicar la singularidad en nombre del igualitarismo tiene un efecto deshumanizante, elevar al humano a la dignidad del sujeto es la expresión de la ética psicoanalítica. La política de los derechos, si bien irrenunciable, reduce al hombre al cuerpo que tiene, mientras que la dignidad es la marca de la palabra sobre el cuerpo y la indignación es la respuesta al caos del mundo, que se produce cuando se ignora esa marca para manipular los cuerpos con indiferencia. El acontecimiento de cuerpo se eleva a la dignidad del parlêtre.

Las mesas plenarias sostuvieron un trabajo epistémico y clínico para cernir cada uno de los afectos de la tríada odio, cólera e indignación. Las 70 mesas simultáneas fueron la puesta a punto de la clínica, donde los casos permitieron trazar los relieves en la presentación de cada uno de estos afectos y su función en la economía libidinal de cada sujeto; así como dieron la ocasión de discutir sobre las tensiones entre los tres y los desafíos para el psicoanálisis en su tratamiento de los afectos como modos de goce. Las mesas del pase anudaron episteme, clínica y política poniendo de relieve el lugar de los afectos, sus mutaciones y destinos en aquellos análisis llevados hasta el final, y los AE transmitieron a la comunidad analítica sobre las marcas de estilo y la dignidad del sinthome. Fue la ocasión también de escuchar el primer testimonio de Irene Kuperwajs al que llamó “soltar la voz”.

ZADIG también se dio cita en el ENAPOL reuniendo en una conversación de política lacaniana a miembros de las tres Escuelas de América, quienes expusieron el recorrido de un trabajo organizado en foros como espacios privilegiados de interpretación activa del lazo social. ZADIG, creada para hacer existir el psicoanálisis en el campo de la política, eleva la potencia del discurso analítico y despierta a sus agentes instándolos a que tomen partido para incidir en el nivel de la política. Un tomar partido despojados de sus ideologías e identificaciones partidarias. Comprometidos con el campo político y sus síntomas actuales como respuestas al malestar en la civilización, los psicoanalistas han discutido algunos temas como estado de derecho y corrupción, razas de discursos, psicoanálisis y democracia, migraciones, exilios, ley y corrupción, feminismos en el amplio territorio americano. ZADIG se propone entonces como partenaire del lazo social. Un Encuentro Americano que, una vez más, estuvo animado por la apuesta del psicoanálisis de unirse al horizonte de su época y de sostenerse en el mundo como un discurso subversivo que ofrece un tratamiento de las pasiones como marcas del encuentro siempre traumático entre la lengua y el cuerpo, un pathos irreductible que no pretendemos suprimir sino posibilitar al parlêtre que encuentre un nuevo modo de arreglárselas con esas marcas singulares.