El humor es algo serio

por Marina Recalde
AME EOL-AMP
AE 2013-2016
Directora ICdeBA
Directora IOM2-CID San Luis

Parto de diferenciar el humor, el chiste y lo cómico. En primer lugar, el chiste es, de los tres, el único que es pensado como formación del inconsciente y que exige compartir la lengua. Si hay que explicarlo, pierde su eficacia.

Freud se pregunta de dónde viene el placer, y ubica que hay un gasto que se ahorra. Alivianamiento que se produce, ya sea en la inhibición (en el chiste), en la representación (en lo cómico, donde el Ideal sostenido a nivel de la representación cae repentinamente1), o en los afectos (en el humor).

Es decir que el humor tiene algo de liberador, como el chiste y lo cómico, pero algo «grandioso y exaltante». Ya nos lo indicaba Freud cuando situaba que lo que el humor nos señala es: miren al mundo que parece tan peligroso (podríamos decir, fantasmáticamente), y que no pasa de ser un juego de chicos, digno solamente de ser tomado en broma (Freud, 1927). Para que veamos la seriedad del asunto.

Al pensar esta cuestión, me vino a la mente un libro llamado La risa, cuyo autor es Henri Bergson. Lo tomo porque allí indica que hay algo en ese efecto risible que escapa a cualquier posibilidad de intento de atrapamiento. No podemos dejar de pensar en Lacan y el humor como una burla al superyó.

Es decir, el hombre no sólo es el único animal que se ríe, sino que es el único que puede hacer reír. Nos reímos porque estamos atravesados por el significante, portando una enunciación más allá del enunciado.

Para reírse de algo, hay que tomar distancia, es decir (tomando a Bergson), tener algo de la insensibilidad que de ordinario acompaña a la risa. Y como prueba aconseja cerrar los oídos a los acordes de la música en un salón de baile, para que los danzarines se ridiculicen y provoquen nuestra risa. Es una gran manera de decir que, para pasar a lo cómico y leer la escena de otro modo, hay que aislar el hecho de la música que lo acompaña. La risa castiga las costumbres, bella manera bergsoniana de situar la risa como escape al sufrimiento neurótico que empuja a la repetición. Reírse es algo serio, profundamente humano, y nos permite soportar lo real que nos atraviesa. Tal vez el psicoanálisis nos enseñe eso, que introducir lo humano que permita un descanso a esa exigencia trágica que todo fantasma acarrea, resulta una buena orientación para descansar nosotros mismos de nuestras propias neurosis.

Pero también quisiera tomar otra cuestión, por fuera del sentido del humor que provoca risa.

Hace unos años, Miller nos hacía una observación: no utilizamos corrientemente en las secciones clínicas el término humor […] Nos las vemos entonces con un significante que no es nuevo en sí mismo, pero sí es novedoso el empleo que intentamos hacer de él y por el contexto donde se encuentra actualmente inmerso.2 

En castellano utilizamos indistintamente la palabra humor para referirnos a cuestiones muy diferentes.

En francés, la diferencia se evidencia en la utilización de dos términos distintos (lo aprendí gracias a una observación de nuestra colega Perla Drechsler). En la lengua francesa, tenemos el “humeur” y el “humour”. El primero, se refiere al estado de ánimo, a la afectividad, a los trastornos del humor. El segundo es el que se vincula al efecto gracioso, al humorismo, es decir, al sentido del humor, lo cómico, el chiste. Continúa Miller: “Humor no es en sí un término clínico. El buen humor (la bonne humeur) o el mal humor (mauvaise humeur) es conocido desde siempre y designa algo que se sitúa –retomo la expresión de Lacan en “De una cuestión preliminar…”– “en la juntura más íntima del sentimiento de la vida” para cada uno. Es la base continua de la existencia subjetiva”.

¿Qué papel desempeña el humor, en ese punto íntimo del sentimiento de la vida, allí donde precisamente Miller va a indicar que es el humor así entendido, es el que designa algo que allí sucede y da la base continua de la existencia subjetiva?

Podemos decir que es allí, en esa juntura, donde la perturbación se produce; allí donde el significante muerde el cuerpo, otorgándole ese golpe de vida, lado B de la mortificación, necesario para constituir ese sentimiento vital.

Hace unos años, J.-A. Miller, a propósito de mi caso, afirmó: su madre no rechazó su ser, y eso fue fundamental. ¿Qué quiere decir eso? Entiendo que es precisamente señalar lo nodal de ese no rechazo, que estableció algo del orden de un humor, una vitalidad radical (en mi caso tomó esa forma, en otros tomará otra), golpe en esa juntura más íntima, que posibilitó el sentimiento de la vida. Condición necesaria, entiendo, para el advenimiento de un sujeto deseante.

Si ese rechazo del ser se produce, algo queda anudado de otro modo, produciendo cierta fragilidad precisamente allí, en esa juntura vital.

Ahora bien, ¿qué es lo fundamental en ese no rechazo? ¿Qué es lo que hace que ese no rechazar el ser, haga que se vuelva fundamental y que se pueda atrapar algo del sentimiento de la vida? ¿Cómo alguien se levanta, cada día, y soporta y sostiene la existencia sabiendo que irremediablemente la muerte triunfará por sobre todo, y aún así, elige vivir? Cada cual encuentra su modo, y el análisis permite encontrar otras posibilidades.

Podemos decir, entonces, que el análisis llevado hasta su final permite hacer otro uso de eso, alejado del pathos y formando parte del tejido inventivo del sinthoma. Es ese humor el que había definido la manera en que se atrapó la vida, que en cada quien toma diversas formas y que, en algunos casos, está puesto al servicio del sufrimiento neurótico de intentar hacer existir la relación sexual que no existe.

Nuevo uso de aquello que ha hecho posible para el sujeto salirse o continuar viviendo. Nuevo modo de aferrarse a la alegría de estar vivo, que tal vez sea una buena manera de poder soportar lo real, aquél que nos afecta en la juntura más íntima.


¹ Sugiero leer el capítulo 1 de El seminario 11, donde Lacan se refiere específicamente a la cuestión de lo cómico, precisamente cuando comienza a hablar de los conceptos fundamentales.
2
MILLER, J.-A. y Otros. Variaciones del humor, Buenos Aires, ICdeBA Paidós, 2015. En francés se titula Variétés de l´humeur.

Bibliografía


FREUD, S. (1927). El humor, en Obras Completas, Buenos Aires, Amorrortu.
BERGSON, H. (1900) La risa, España, Sarpe, 1985.
MILLER, J.-A. y Otros. Variaciones del humor, Buenos Aires, ICdeBA Paidós, 2015.
MILLER, J.-A. Efecto retorno sobre la psicosis ordinaria, revista El Caldero de la Escuela 14, diciembre 2010.