Deseo-falta-castración en lo parental hoy

por Viviana Vallone
CID San Luis
Co-responsable Espacio Barriletes – Nudo Nueva Red CEREDA Mendoza

A partir de mi experiencia en psicoanálisis me surge la inquietud de pensar la
clínica del niño en la actualidad, la articulación deseo-falta-castración en lo
parental hoy. Lacan (2010) plantea en “Dos notas sobre el niño” la relación del
síntoma con la estructura familiar, y nos enseña que el síntoma del niño está en
posición de responder a lo que hay de sintomático en la estructura familiar. En
principio, es necesario pensar qué entendemos desde el psicoanálisis cuando
decimos madre y padre, dicha articulación se tiene presente en toda la serie de
variantes familiares actuales: familias ensambladas, monoparentales,
fecundaciones en parejas homoparentales. Cuando Lacan nos orienta de lo
irreductible de una transmisión, se refiere al fracaso de las utopías comunitarias
y considera la familia conyugal como trasmisora de un resto; es decir, no se
puede interrogar al Otro sin que haya un resto, resto que, en la metáfora
paterna, Lacan especifica con una X, por cuanto lo irreductible de esa
transmisión se refiere a la constitución subjetiva. Entonces, la función de la
familia es poder transmitir algo de un orden diferente a lo biológico, un deseo
que no sea anónimo. En ese no anónimo se juegan las funciones padre y
madre.

Que el deseo no sea anónimo implica que el niño tiene un nombre, una historia,
donde los padres son agentes de la relación del sujeto al Otro, lo que va a
definir la estructura del sujeto. La función de la familia como residuo permite la
transmisión de un deseo que no sea anónimo y posibilita que un organismo se
transforme en un cuerpo en el que se inscriba el inconsciente. Es un deseo
articulado en la metáfora paterna: el de la madre, un deseo particularizado
marcado por sus propias carencias, y el del padre, que encarna la función de la
ley en el deseo. Se trata, por un lado, de una prohibición y, por otro, vincula un
deseo. Al respecto, Lacan nos propone: “Lo irreductible de una transmisión
—perteneciente a un orden distinto al de la vida adecuada a la satisfacción de las necesidades— que es la de una constitución subjetiva, que implica la
relación con un deseo que no sea anónimo” (Lacan, 2010, p. 56).

Podemos decir que la familia como estructura significante trasciende todas las
variantes familiares que no eliminan lo que la constituye estructuralmente, la
transmisión de un deseo. “Es decir, la familia (en su forma) como ficción se
construye sobre aquello que ésta transmite (función)” (Battista, 2016, p.1). En
consecuencia, cada sujeto construye en transferencia su novela familiar, como
ha interpretado el malentendido estructural entre sus componentes.

Cuando pensamos la relación niño-estructura familiar, Lacan ubica al niño
como respuesta, es decir, el lugar que ocupa el niño en particular en el deseo
como deseo del Otro; es entonces, a partir de esta inscripción, que el niño será
ubicado como síntoma de la pareja parental en tanto inscripción del
malentendido estructural para el ser hablante, pero, además, síntoma como
representante de una verdad que tiene estructura de ficción y que es
representada por el síntoma. El síntoma es un encadenamiento significante
cuya verdad de la pareja parental puede ser enunciada de manera metafórica.
Esthela Solano nos orienta diciendo que los dibujos, los juegos y las historias
de los niños son considerados como mitos que tratan de una trama significante
a través de los cuales ellos hacen un tratamiento de lo real, es decir, del goce.
“El significante del síntoma, que es enigmático, puede recubrir múltiples
significaciones a lo largo de la cura” (Solano, 2014, p. 62).

Las posibles respuestas del niño son como falo de la madre, como síntoma,
como objeto del fantasma materno; cada una de estas tres posiciones dan
cuenta de una configuración que se denomina estructura clínica. Los niños
construyen su propia interpretación de los hechos de su historia, arman sus
ficciones familiares como verdad para cada sujeto:

“El análisis mismo como trayecto de lo simbólico a lo real, nos muestra
en las narraciones de los analizantes los tropiezos, los agujeros, signos
de otra verdad, de otro sentido. Y en esas emergencias que rompen la
narración, que dificultan la ficción, buscamos lo real” (Leserre, 2015, p. 26.).

Para concluir, Lacan nos indica una práctica orientada por lo real, práctica que
posibilita la entrada del niño al discurso analítico, donde el síntoma es metáfora, pero también donde el analista lee un síntoma saldo del acontecimiento de cuerpo.


Bibliografía
Battista, G. (enero de 2016). Reseña de “Una lectura de Nota sobre el niño”.
Virtualia, 1-3.
Lacan, J. (2010). Intervenciones y Textos 2. Buenos Aires: Manantial.
Leserre, A. (2015). Una lectura de Nota sobre el niño. Buenos Aires: Grama
Ediciones.
Solano-Suarez, E. (junio de 2014). Leer el síntoma en el niño. Letras en la
ciudad, 60-69.