por Roxana Castro
Actriz / Humorista
Catamarca
La primera imagen que viene a mi mente al pensar ¿De qué nos reímos? Es la de un bebé que, al escuchar la voz de su ser amado ríe, y me digo ¿será quizás que nos reímos al reconocernos en el otro/otra, al sentirnos a salvo?
Pienso también en uno de los primeros juegos de la infancia de esconder el rostro detrás de las manos:
-¿Dónde estoy?
-¡Acá estoy!
Algo tan simple que provoque una carcajada tan genuina, verdadera, primal. En este caso, la risa viene al encontrar lo que creíamos perdido (el otro/a), vuelve a darnos un respiro, vuelve a disipar la angustia.
Hoy quizás ¿podemos volver a reírnos cuando nos vemos en los/las otros/as, cuando nos identificamos, cuando reconocemos en los/las otros/as algo que queremos ocultar, algo que nos da vergüenza y el/la otro/a nos lo muestra sin pudor a ser juzgado?
Nos reímos porque ese otro/otra está siendo auténtico/a, verdadero/a y de esta manera está ayudándonos a aceptar algo que no queríamos ver o nos disgustaba de nosotros/as mismos/as.
Yo creo que sí. De eso se trata para mí el humor, la risa; cuando nos identificamos, cuando nos reconocemos en algo que estamos viendo y nosotros/as no nos animamos a hacer, ese “algo” quizás que nos da vergüenza y hace años venimos ocultando.
También nos reímos cuando “algo” nos sorprende, cuando cambia el curso, cuando creemos que va a ser de un modo y resulta que sigue por un lugar para nada previsible y esa sorpresa nos deja, en primera instancia y por una milésima de segundo, sin respiro hasta que nos sorprende la risa, porque ese “algo” nos descoloca, nos saca del estereotipo del ser o del cómo hacer las cosas.
La risa nos acompaña también en momentos difíciles de transitar. No quiero decir con esto que anula los sentimientos del miedo o la tristeza, sino todo lo contrario; es una gran compañera para que, en estos momentos, en que también la respiración se nos entrecorta y parece faltar el oxígeno, la risa nos libera de la tensión y permite que el oxígeno, las emociones de tristeza o miedo circulen más amigablemente. En lo personal me ha sucedido que, en momentos de enfrentar situaciones que me dan mucho miedo o hasta quizás despedir a un ser querido, se me ocurren o suceden las cosas más desopilantes y eso me hace reír y mi entorno ríe también. De esta manera atravesamos el momento de una mejor forma.
De hecho, está comprobado que la risa conecta las regiones de nuestro cerebro más intelectuales con las más primitivas e instintivas, y eso produce la dopamina, es decir que el humor conecta con el sistema de placer del cerebro. No está de más decir que la risa libera tensiones y con frecuencia mejora la circulación sanguínea.
Yo, por ejemplo, trabajo desde el humor para crear mis monólogos con temáticas como el bullying, violencia de género, estereotipos impuestos, entre otros; a partir de la risa se libera la tensión que estas situaciones imparten y desde este lugar intento generar el diálogo, la reflexión, una manera de cambiar algunas cosas que producen mucho daño y que en la mayoría de los casos están silenciadas. El humor, para mí, es mi política.
Volviendo un poquito a la pregunta: ¿De qué nos reímos hoy?, siento que los chistes fáciles, donde las características físicas, las elecciones sexuales, el ser mujer eran motivo de risa, de una risa que burla, que daña, que minimiza, que desvaloriza y hasta en muchos casos mata. Todo esto fue cambiando gracias a ponerle voz a tanto silencio, a recuperar lugares que durante muchos años fueron negados.
Reír en grupo nos da la sensación de pertenecer, de ser parte y eso nos fortalece. La risa, el humor salvan, acompañan, abrazan y nuestro compromiso, o mejor dicho, el mío (vale decir que quien quiera sumarse puede hacerlo), mi compromiso, como madre, actriz y humorista es que así siga siendo.
