Conversamos con Verónica Fiorito

Lic. en Producción de Radio y Televisión. Gestora cultural. Fue Directora del Canal
Encuentro, creadora del canal Pakapaka y Directora del CCK. Actualmente, en
San Luis, lleva adelante Juana y Pascual, y está a cargo de la puesta en valor de
la casa del poeta Antonio Esteban Agüero.
San Luis

—Nos interesa preguntarte cómo surge la creación de Zamba, una propuesta
ligada al trabajo del Ministerio de Educación y del Ministerio de Cultura
respecto de la infancia.

La base de construcción de lo que es y fue el trabajo en infancia tiene que ver con
el desarrollo del Canal Encuentro, Zamba sale de ahí. El equipo que lo hizo, que
entendió y apostó a ese sistema de trabajo es el de Canal Encuentro, creado en el
2007. La creación de Canal Encuentro estaba establecida por ley, la Ley Nacional
de Educación; el Ministerio de Educación tenía una señal como parte de su
sistema de herramientas educativas y lo protegía la Ley de Medios, que obligaba a
los cableoperadores a incorporar la señal dentro de los primeros 15 lugares de la
grilla. Que haya sido el Ministerio de Educación el que lo generó, lo transformó en
un contenedor de políticas públicas; no fue el mundo del entretenimiento, ni la
televisión del consumo. Nosotros teníamos que trabajar por la equidad, por la
igualdad y por el acceso a la comunicación para todos los ciudadanos. Era la
escuela, con el docente, el alumno y el público en general. Ese era el universo al
cual dirigíamos los contenidos, eso no se había hecho antes y nos obligaba a
pensarnos permanentemente.

Cuando yo, que vengo del universo de la producción y que no era especialista en
esto, empiezo a ver qué contenido teníamos que hacer, nos encontramos con que
no podíamos hablarle a un docente desde la mera producción de tv; para eso,
buscamos, como modelo de contenidos, a especialistas capaces de hablarles
a los maestros. Y empezamos a encontrar múltiples voces profesionales no
vinculadas a los medios audiovisuales que se acercaron; por ejemplo, Darío
Sztajnszrajber —el filósofo al que hicimos dialogar con un formato televisivo
renovado—, al igual que José Pablo Feinmann u Osvaldo Bayer, que falleció la
semana pasada y que había estado muchísimo en el Canal, en vez de tener un
programa de televisión convencional apareció en ¨Mundo Bayer¨, por ejemplo, con
una máscara mexicana sacando la lengua. Vas transgrediendo y vas entendiendo
qué es lo que la televisión tiene que mostrar dialogando con el mundo en que
estás. Alguien tiene que hacer zapping y que eso no sea disruptivo, de vez en
cuando encontrabas pensadores latinoamericanos o pensadores del mundo:
aparecía Simone de Beauvoir y después aparecía Darío, y después Zamba y
después Paenza. Todo eso fue nuestra base de trabajo, como te decía, la
equidad, la igualdad y el desarrollo de conocimiento para todos los ciudadanos de
este país fueron nuestras banderas, con respeto y junto a profesionales.

Saltar a hacer un canal infantil no era difícil si tenías este entrenamiento. Porque
entendías que no eras vos solo; yo, por ejemplo, no hice Zamba, busqué a los
profesionales que lo podían hacer: al historiador, al ilustrador, al músico. Ahora
estamos en San Luis con Juana y Pascual, yo pienso quiénes van a hacer Juana y
Pascual, entonces contratamos a Laura Burke que es una especialista que trabaja
en el plan de promoción de la lectura “Contextos” de ULP, un ilustrador que es el
que nos gusta, el director que sabemos que puede hacer bien las voces, los
actores que tienen que ser de San Luis; entonces, vas entendiendo que es una
construcción de múltiples voces profesionales, una construcción colectiva.

—¿Cómo se les ocurrió este cruce hasta su producción efectiva en toda la
serie de videos sobre Zamba?

No es una ocurrencia, es una política de Estado. No hay alguien que es un
creativo solitario, acá es una política de Estado la que se propuso hacer un canal,
porque no puede ser que el 100% de lo que consumen nuestras infancias sean
productos del mercado. No puede ser que los medios de comunicación no tengan
voz local. El año en el que el Canal Pakapaka surgió en el aire fue el 2012, pero
nosotros lo empezamos a producir en el año 2010; tardamos dos años en ponerlo
al aire. No es la actualidad atravesada por las redes sociales, sino que en ese
momento los chicos veían televisión.

Entendemos que es un derecho del niño poder acceder a la comunicación, tener
ese acceso a lo que quiere y nosotros, como trabajadores del Estado, estamos
obligados a garantizárselo. Entendemos la infancia como el lugar sagrado donde
se educa pero, además, donde se comparte, se juega. Venimos del Ministerio de
Educación, es una obligación hacer esto, no es una ocurrencia.

Tuvimos muchas referencias internacionales como las europeas de los países
nórdicos, que han trabajado mucho estos conceptos porque están muy ligados a la
libertad, a los derechos, a sus culturas propias y desarrollaron canales infantiles
públicos. Hubo algunas experiencias latinoamericanas como las de México o
Brasil, pero la penetración que tuvo Pakapaka en Argentina es materia de estudio.
Porque yo te puedo decir todas las teorías que te diga, pero si el pibe a fin de año
no pide la remera de Zamba, el juguete de Zamba o de Minimalitos, es una teoría,
no es una realidad. En el programa que se llama Minimalitos, para chicos de 4
años, Jacinto es el personaje. Vos preguntás: “¿Cómo se llama tu hermano?”,
“Jacinto”; el chico se llama Jacinto porque los padres son fanáticos de Pakapaka y
porque el pibe mayor pidió que le pusieran Jacinto porque quiere a Jacinto. «Esto
significa que una parte de la batalla cultural que fue desplegada está ganada, no
está ganado el fin de hacer un programa, un canal infantil.”

—Fue una decisión no realizar algo similar a un producto comercial.

No, ni siquiera un producto cultural que a veces se hace desde la obligación de las
políticas de Estado, pero no desde la aceptación del entretenimiento de los chicos.
Después de Zamba, los chicos jugaban a ser San Martín. Se ha logrado una síntesis
muy
profunda en historia, en contenido, bueno, lo mismo que pasa aquí con Juana y
Pascual.

—Respecto al trabajo en San Luis con Juana y Pascual, he leído que
destacás la importancia de darle la voz a los niños, y quizás haya sido así
también en Pakapaka.

Fue un proceso, la base es Canal Encuentro, luego surgió Pakapaka, y muchas
experiencias en torno a eso. Yo tomé conciencia este año, cuando después de
haber hecho 4 años Pakapaka, empecé a trabajar en el 2007 los canales y estuve
hasta el 2014. Después de haber hecho toda esa curva vuelvo a San Luis, me
reúno con el Gobernador y surge la idea de aprovechar ese capital que tenemos.
Y el primer punto para encarar las infancias está en no entender que uno sabe lo
que está haciendo. Yo puedo venir a San Luis y decir vamos a hacer un dibujito
animado, hicimos Zamba, vamos a hacer Zamba y entonces empezar a contar lo
que aprendimos de allá. No, nosotros sabemos dibujar, sabemos leer, sabemos
usar el humor, sabemos usar la música, pero yo no sé lo que piensa un chico de
San Luis. Si yo parto del concepto de lo que nosotros éramos, no es la infancia
puntana, es la infancia…

—Como una generalidad, un universal…

Como un universal. Pienso que tengo que hacer algo específico sobre la infancia
puntana, porque la infancia tiene sus múltiples características, es universal en su
metáfora, en su juego, en su visión, pero es particular en su hábitat, en su familia,
en su cultura. Lo primero que hicimos fue preguntarles a los chicos, darles la voz a
ellos, y fue alucinante. Recorrimos los nueve departamentos de la provincia, en
cada uno hicimos un taller de animación donde le pedimos a los chicos que
dibujaran su entorno, entonces en Las Vertientes dibujaban un chancho jabalí y en
La Carolina dibujaban adoquines porque esas eran sus diversas realidades.
No hubo un guionista que es creativo y escribe todo. No hay cosa tal como “genio
creativo”. Es la voz de los chicos. Le preguntás a un pibe: “¿Cómo es tu
personalidad?”. Entonces ellos definen: “Se pone colorada cuando se ríe”, “Todo
le da risa aunque no tiene cosquillas”, “No le pregunten muchas cosas porque no
le gusta hablar tanto”, “Es puntana”, y esa es Juana. Esto no surge de alguien que
pensó en la infancia puntana, esto surge desde las infancias puntanas. Pascual,
por ejemplo, “habla rápido”, “siempre anda detrás de su hermana”, “le fascinan los
gatos, los abraza tan fuerte que salen disparando”, “odia bañarse y siempre está
metido en el chiquero donde viven los chanchos”, “es puntano”. Luego vamos a
contar cosas sobre un determinado lugar. Por ejemplo, Está El Morro, que es un
volcán y es “perezoso” porque no entra en erupción, y van Pascual y Juana que
son atrevidos. Entonces, el volcán se enoja con ellos y empezás a descubrir las
habilidades y las personalidades, que no son de un guionista que hoy te hace esto
y mañana, una serie. Son de los chicos, es la voz de los chicos. No hay más
secreto que haberles preguntado a ellos. Empezás a entender cómo hablan, qué
les gusta, cuál es el humor que tienen, cuál es su forma de relacionarse y después
a eso le sumás la confección de herramientas educativas como el manual de 4 to
grado de Juana y Pascual.

—Bueno, este es quizás un punto en común en la posición frente al niño en
tantas prácticas diversas desde las pedagógicas, formales o no formales,
hasta la práctica clínica: la posición de no suponer, de no saber, de no
anticipar su respuesta.

Es la posición de no saber y es la posición de respetar que hay una capacidad
igual a la tuya, porque la infancia no habla de conocimiento, habla de que el niño
tiene todo un saber propio. Nosotros hicimos los talleres, le preguntamos a los
chicos, los chicos dibujaron, después de dibujar los animamos, todo con voz de los
chicos. Y después hicimos un libro. Por ejemplo, el libro que es sobre La Carolina
es un libro 100% dibujado por los chicos.
Y también es hacer productos bellos, porque la infancia es bella, la música tiene
que ser bella, yo aprendí esto en el kirchnerismo, donde los recursos están
puestos en torno a creer en una idea. Entonces, quiero hacer un libro pero tiene
que ser bueno. No puede ser malo, si es malo no es bello, y si no es bello no le va
a gustar al padre, ni al chico. Los chicos consumen cosas bellas.

—¿Todo el trabajo tuvo este sesgo de incluir la palabra de los chicos?

No hay una regla al respecto porque cada proyecto lleva múltiples voces.
Entendemos la infancia como múltiples lugares, una cosa es la primera infancia
hasta el año, después del año a los cinco, de los cinco a los seis, hay como un
corte que uno va desarrollando. No siempre es igual. Pero hay proyectos que
tienen esta característica, con Juana y Pascual había que buscar esas voces.

—¿Cómo entendés este cruce entre infancia y políticas en educación? ¿Qué
se enseña y cómo se enseña a un niño? ¿Cómo se piensa la educación?

Aprendimos a pensar la infancia con Chiqui González y su tarea con el Tríptico
sobre infancias en Rosario ¹. María de los Ángeles “Chiqui” González es la Ministra
de Innovación y Cultura de Santa Fe, ha sido nuestra guía para pensar ese lugar.

Se entiende la educación como educación no formal. Uno educa, educa todo el
tiempo. Y lo primero que nos enseñaron es la responsabilidad de trabajar con la
infancia como momento creativo. Y ahí nace el lema de Pakapaka: el poder de la
imaginación. No hay que reemplazar a la escuela, no hay que desarrollar
temáticas que vienen de la educación formal. Hay que apostar a la formación no
formal, a la sensibilidad, a la metáfora, al juego. Hay cosas que no las podés
explicar, la muerte no se explica de un único modo, como en la película Coco por
ejemplo. Llegás con una herramienta que es la del artista que decodifica lo que a
lo mejor el Ministerio de Educación tiene que hacer, lo transformamos.

—Zamba fue tomado por los chicos más grandes, adolescentes, que en la
secundaria lo seguían para conocer y estudiar historia.

Pero es como Los Simpson. Porque no hay edad, las películas de Pixar no tienen
edad, son películas que no imponen una edad para verlas. Porque la manera de
hablar es una manera que está hecha con empatía, con humor.

—¿Qué es esto del Manifiesto² de los chicos?

El Manifiesto, que lo desarrollaron los chichos y que todos nosotros firmamos, en
su primer punto dice: “hay que cuidar lo público porque es lo único que alguna
gente tiene”. Porque a mí me encanta que Zamba les guste a muchos chicos, pero
entregado en una escuela en Jujuy tiene un valor impresionante para el que nunca
recibe nada.

En este Manifiesto, los chicos dicen: “es el momento de mezclar todas las ideas
para que salga una idea mejor”. En Zamba hay un capítulo muy gracioso donde
está San Martín con el capitán realista, los dos con delantal de cocina, cocinando.
Entonces enseñan recetas de cocina. ¿Cómo llegó San Martín a enseñar recetas
de cocina con el capitán, que es el realista, que es el español, que es malísimo y
siempre se pelean? Entonces, le enseñan a hacer un vigilante: “ponés el queso,
ponés el membrillo”, vos decís, ¿cómo llegamos a ese lugar? Por la imaginación,
por no frenar eso.

Los chicos ahí nos dicen sin saberlo las cosas por las que nosotros trabajamos.
Que esperan de nosotros señales que iluminen y acompañen, cantos para soñar y el compromiso de los que seguimos apostando a creer y crecer con ellos.
Nosotros creemos en los chicos y crecemos con los chicos. Y después, porque
nunca vamos a dejar de hacerlo, es una política de Estado, sin política de Estado
no existe.

Otros puntos: “Nadie sabe todo, no nos mientan”, “Sueños tenemos todos, lo que
falta es un sueño en común”, porque esa es otra cosa de la que siempre
hablamos, que entre todos tenemos que crear la infancia. La infancia es una
construcción colectiva, los artistas van a la construcción colectiva. “La imaginación
es la máquina de hacer aparecer las ideas y las cosas justas en el país de los
desaparecidos”, también es eso. O sea que nosotros tenemos que tirar ideas y
poder encontrar metáforas para un país que necesita seguir hablando cosas.
Hicimos un capítulo de Zamba con Estela Carlotto que es hermoso, puso la voz
Estela y es increíble. Te muestra la dictadura y viene un montón de gente a
criticarnos por eso. Pero hay que hacerlo. Nos faltan metáforas para cosas de las
que no pudimos hablar, para cosas que no pudimos hacer.

Cuando empezamos Juana y Pascual de repente te das cuenta de que todo lo que
tenemos que hacer es respecto a Berta Vidal de Battini, Rosenda Quiroga, Lafinur,
Juan Gilberto Funes, Antonio Esteban Agüero… están todos muertos. ¿Y los
vivos? ¿No admiramos a alguien de 40 años? ¿No le decimos “qué copado que
sos”? Cuando vos empezás a trabajar en infancia y querés hacer un legado
puntano están ellos, ¿y quiénes más? Entonces, vamos a ver a Valentina Aguado,
la chica de 18 años que ganó una medalla en escalada. Esta es la metáfora que te
hace pensar que no sabemos todo de antemano.

En el Manifiesto: “Nuestros nombres son importantes, no lo olviden”. Entendemos
que el chico es el protagonista, porque ese chico se tiene que llamar como se
llama, tiene que vivir donde vive; tiene que tener padre; si tiene dos papás, dos
papás; si tiene una mamá; si tiene una abuela que lo cría en un corral y la
mamá se va a trabajar a la ciudad y su mamá es su abuela. Entonces, tengo un
nombre y eso para nosotros es clave. Juana es Juana Koslay y Pascual es Pascual
Pringles.

—Y Zamba, ¿por qué eligieron ese nombre?

Zamba porque era un nombre corto, por supuesto surgieron miles de nombres,
éste era gracioso y tenía que ver con una música nuestra. Y después, ¿dónde
nació? Bueno, en Formosa, en Clorinda, en un lugar donde a nadie se le hubiera
ocurrido. ¡La gente va a conocer Clorinda por Zamba!

—¿Y Niña?

Niña porque era una afroamericana, esclava en la época de la Revolución de
Mayo y queríamos marcar esa especificidad: los esclavos eran propiedad de sus
dueños. Para remarcarlo, no le podíamos poner un nombre. Entonces, Niña es la
niña de todos esos negros que no están y que fueron fundamentales en la
liberación del continente americano.

—La historia desde los dos niños y también la interacción entre ellos, la
atracción, la relación con los adultos, todos tópicos que se abordan.

En el final del capítulo de Malvinas hay una frase muy bonita, aparecen valores
hermosos, la gente dice: “La guerra nunca es una opción y los ciudadanos del
mundo nunca somos enemigos”, y en Zamba lo más difícil fue tocar la historia
reciente. Nos dimos el tiempo para pensar esto tan doloroso que es transmitir el
accionar del ejército en la dictadura, las fuerzas armadas que secuestraron a la
gente. Si vos le decís a un chico “la policía te va a llevar”, cómo le explicás que
eso sucedió en un momento y que después no sucedió más. Cómo lo dibujamos,
cómo lo ponemos. Vos no podés decir que los militares están mal, porque es la
fuerza armada aplicada a la seguridad de un país y a la soberanía de un país.
Bien, pero secuestraron y los chicos fueron a la guerra, y murieron, y esas
contradicciones, el sutil momento, como se dibujan, es todo. Porque el chico
pregunta: “¿Papá, me van a secuestrar?”, “No”. Pero vos tenés que decir que se
secuestró, que eso pasó, que la guerra fue lo que pasó, pero que la guerra no es
nunca una condición para la humanidad.

—¿Cómo impactó la historia reciente en los chicos?

Malvinas, la dictadura, lo que generó Zamba y todo esto fue una discusión en la
sociedad que no estaba antes. Hay padres que nos dicen que esa colección está
en cada una de las escuelas, que pasan el capítulo sobre la dictadura el 24 de
marzo y van padres a hacer una sentada. Lo mismo que pasa ahora con la ESI, la
educación sexual integral, es lo mismo.

—¿Cuál fue el efecto de haber estado trabajando con estos temas y
continuar trabajando en ellos? ¿Qué aprendés de la infancia? Pareciera casi
como una especie de orientación en tu tarea por lo que me estás contando.
¿Qué encontraste ahí?

Mi madre y mi padre tienen una escuela en San Luis, yo vengo de ahí. El patio de
mi casa es una escuela, me crié con un timbre, nací en una escuela, en mi
infancia me ha atravesado siempre. No es la infancia, son las políticas públicas
aplicadas a la infancia.

He tenido la suerte de estar en un momento histórico, en un país, en una región,
porque viajé por todo el mundo por esto, pero sobre todo en Latinoamérica,
creyendo que todo esto que siempre se pensó que se podía es así: lo pudimos
hacer, se puede hacer. Si nos dan los fondos para hacerlo, se hace; hicimos obras
de teatro, hicimos musicales, hicimos juegos, hicimos mamushkas y si nos dan,
vamos a seguir haciendo, porque la conjunción educación y escuela, y escuela,
producción y consumo cultural es lo que funciona.

Yo veo la educación como la revolución, y en el niño con su capacidad superior a
todos, y en los profesionales que intervienen; sola, nada. Y eso cada día es nuevo.


¹ Tríptico de la Infancia, Política y Poética. Un Congresito para adultos. Desarrollado del 17 al 20 de octubre del 2018 en Rosario, en el que Verónica participó como disertante.
² El Manifiesto de los chicos fue firmado el 30 de mayo del 2009, con motivo del aniversario de los 10 años del Tríptico de la Infancia.