Por Hilen Páez Flores
Grupo en Formación Catamarca IOM2
En primer lugar haciendo referencia al título, me parece importante situar que en Catamarca el movimiento en relación a la biblioteca de orientación lacaniana tiene el estatuto de aquello que no está escrito y esa misma fuerza pulsional que Lacan nos señala en relación al inconsciente como aquello que insiste. Practicantes del Grupo en Formación Catamarca insisten en inscribir lo que no está, en hacer que algo se mueva, que algo se lea.
Inicialmente, el movimiento hacia la constitución de una biblioteca parte de la
inaccesibilidad al material bibliográfico, la encerrona del valle dificulta el encuentro con
textos de referencia para la lectura. Deseamos leer Pero, ¿qué es leer? ¿Qué se lee? ¿Qué
vamos a leer? ¿Qué conviene leer? Nos encontramos con el trabajo de circunscribir un real que sea objeto de lectura cuyo aparato y dispositivo para ello sería la biblioteca. Instalar una biblioteca, al decir de Judith Miller como eslabón práctico en su lugar de Acción Lacaniana, nos conduce hacia una práctica orientada analíticamente por una ética no de las intenciones, sino de las consecuencias e incidencia en la ciudad, lo que hace referencia al acto analítico a producir.
Del lado del acto, se avanzó en una reunión con Adriana Testa y su precisa orientación
hacia la búsqueda de un lugar físico en la ciudad; una reunión con la directora de Archivos y Biblioteca de la Provincia en la antesala de un posible convenio; el contacto y la articulación con las bibliotecas de la región y la Escuela; la adquisición de donaciones que van dando cuerpo al capital simbólico que deseamos hacer circular, leer, saborear,
desarmar, con la intención de formarnos como lectores y caminando hacia el horizonte de formar lectores.