por Gastón Cottino
Analista Practicante de EOL – AMP
CID Mendoza
Co-responsable Espacio Barriletes – Nudo Nueva Red CEREDA Mendoza
Elegí este título por las resonancias que puede evocar en cada lector y porque,
como espero demostrar, al ser la frase que cierra el escrito “Alocución sobre la
psicosis del niño” permite articular una lógica de lectura.
Este texto es presentado en unas jornadas sobre el tema, unos meses antes de
tres intervenciones en Italia que, de alguna manera, escanden su enseñanza. Allí
encontramos, por ejemplo, al síntoma y al sujeto supuesto saber, equívocos, y al
“psicoanalista como guardián de la realidad colectiva” ² , ya que puede, en alguna
medida, escapar de ella. Finalmente, hay que tener en cuenta que apenas unos
días después presentará su “Proposición de Octubre 1967 sobre el psicoanalista
de la Escuela”.
El plateo inicial es traído desde 1946 y consiste en situar a la libertad en la
intersección de la niña o el niño, la locura o la psicosis (tal vez equívocos en el
texto) y la institución.
Sabemos por la “Historia de la locura” ³ que, desde la “nave de los locos”, el
problema de la libertad es indisociable de la segregación. En nuestra época, se
suma el progreso de la ciencia como factor principal de aquella, aun en las
familias, asunto de gran importancia en las legislaciones de la infancia y en cómo
el Estado trabaja en pos de los derechos de la niña y el niño o adolescente.
Empezamos a notar que, aún sin que se abra ninguno de estos párrafos, lo que
presento desde la “Alocución” permite pensar el marco de nuestra práctica, así
como la subjetividad contemporánea.
Luego, Lacan se dirige al analista y habla de, atención, la tristeza, el mayor de los
pecados según Dante. De allí que él, Lacan, se dice alegre, se divierte. ¿Por qué
habla de esto aquí? Retomaré esta idea al final.
La lógica del texto sigue con la ética del psicoanálisis, la cual, por incluir al goce,
se opone al humanismo, asunto crucial en todos los temas que atañen a la
infancia y su clínica.
Solo con esta ética se puede operar clínicamente con dos cuestiones, lo real y el
goce.
Lo real se presenta aquí como lo imposible, dado en el niño como “estragos
ejercidos por el significante” 4 . Propongo la hipótesis de que la clínica de hoy, con
niñas y niños, nos muestra las dificultades con la atemperación de ese real, que el
fantasma debería producir.
Lo cual, considerando la relación que introdujera el comienzo y que desemboca
en la segregación, genera una respuesta de pedagogías y tratamientos
fuertemente adaptativos, aunque con “buenas intenciones” 5 , para evocar otra vez
a Dante.
El goce es de un cuerpo, el del niño, en posición de objeto a para la madre. Hay
allí una precisión para la dirección del tratamiento: el cuerpo de ese niño se
animará en la medida en que la cualidad de inanimado pase al objeto a, ya como
causa del fantasma.
A investigar si esta indicación se corresponde solo con la psicosis o se puede
hacer valer también para ciertos fantasmas maternos que dejarían al niño en
posición de objeto. Y entonces a cuidar también, en la táctica y la estrategia, el
trabajo con los padres.
Hay más pistas en el texto y en el contexto, más los trabajos de nuestra
comunidad, para explorar estas vías y otras; la “Alocución”, a mi gusto, invita a
abrir una investigación sobre la práctica con niños en la actualidad. Dicho esto,
tendré que concluir.
Sobre el final, Lacan invita a pensar que el hecho de que no haya personas
mayores, en el sentido de hacerse responsables de su goce, signa las vías de la
segregación.
Enhebrada la aguja, damos la puntada pasando por el comienzo, con la
segregación asociada a la libertad, desde el centro del foucaultiano trípode:
niña/niño; institución y locura/psicosis. Relación que recomiendo para pensar caso
por caso.
Y ahora, por favor, lean la pregunta retórica del final, la que nombra este trabajo.
Esa que dice que hay que contestar a la segregación según la ética de Freud, la
del goce, pero también dejando abierta una pregunta: “¿Qué alegría encontramos
en aquello que constituye nuestro trabajo?” 6 .
Esa respuesta es el analista mismo, de allí lo importante de leer este texto en su
propia época. Pues éste, más allá de que camine por el inferno, el paraíso o el
purgatorio 7 , podría tener, irónico Virgilio, a la alegría por compañera.
¹ Lacan, J. “Alocución sobre la psicosis del niño”. En Otros Escritos. (2012). Paidós. Buenos Aires. p. 389.
² Ibid. p. 380.
³ Cf. Foucault, M. (1990). Historia de la locura. Buenos Aires. Siglo XXI.
4 Ibid. p. 387.
5 “El camino del infierno está lleno de buenas intenciones” es una conocida frase de Dante en La Divina Comedia.
6 Ibid. p. 389.
7 Cf. Dante Alighieri (1990). La Divina Comedia. Buenos Aires. Centro Editor de Cultura.